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Horóscopo Secreto

Oración de san Francisco de Asís

Tras escuchar a Dios, san Francisco de Asís revolucionó su vida para revivir la Iglesia cristiana. Hoy, puedes honrarlo con su oración.

San Francisco de Asís, también conocido como «el pobrecillo de Asís», abandonó una vida de lujos para consagrarse al cristianismo, luego de haber escuchado la voz de Dios. Él le encomendó restaurar la Iglesia cristiana y realizar un voto de pobreza.

Es el santo de los animales y el medioambiente.

Francisco de Asís: su memorable vida

Basílica de san Francisco de Asís

Nació en Italia alrededor de 1181 y en su juventud, era conocido por sus excesos. En el marco de una batalla entre Asís y Perugia, fue capturado y tomado prisionero —sus capturadores ansiaban el cuantioso rescate que podía pagar el rico padre comerciante de Francisco—. Fue entonces cuando escuchó la voz de Dios, según cuenta la leyenda.

Cuando salió de la prisión, era otro hombre: decidió abandonar su antigua vida de lujos y consagrase a la reconstrucción de la Iglesia cristiana.

Más tarde, se piensa que en septiembre de 1224, fue el primero en recibir las heridas sagradas de Cristo crucificado en las manos y los pies, tras orar para sentir la Pasión de Jesús. Sin embargo, las ocultó durante el resto de su vida por considerarse indigno de ellas.

Durante toda su vida, desarrolló un profundo amor hacia la naturaleza y los animales, gracias a lo que hoy se le reconoce como su patrón.

Fue canonizado en 1228 y su festividad se celebra el 4 de octubre.

Oración de san Francisco de Asís

La oración fue clave en la vida de san Francisco de Asís, quien la reforzaba poniéndose de rodillas, realizando gesticulaciones e incluso ayunos.

Para honrarlo a él y su estilo de vida, puedes dedicarle la siguiente oración:

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.

Porque es:
Dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.