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Horóscopo Secreto

¿Ángel o demonio? Aprende cómo distinguirlos

Los demonios son astutos: puede que la distinción no sea tan clara a primera vista.

¿Ángel o demonio? Esta pregunta hubiese carecido de sentido en la Edad Media, esencialmente cristiana. Hoy, la preeminencia del racionalismo ha desdibujado los límites entre ambas entidades, que ahora suelen considerarse simples metáforas.

Qué son los ángeles

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En el paradigma cristiano, los ángeles fueron los primeros seres creados por Dios. Con ellos, comenzó el tiempo. A este respecto, en una bella metáfora, san Agustín afirma que el tiempo se mide por el aleteo de las alas angelicales.

Los ángeles carecen de cuerpo físico: son seres espirituales. Su principal función consiste en ser mensajeros divinos, tal como lo sugiere la etimología de ángel («mensajero», del griego). Así, a pedido de Dios, Gabriel le comunicó a María que había sido elegida para convertirse en la madre de Cristo. Un ángel, también, anunció la resurrección de Cristo a un grupo de mujeres.

Para contactarse con las personas, los ángeles adoptan cuerpos humanos, pero solo para cumplir con este propósito.

Cada persona es protegida por su ángel guardián. A su vez, cada ciudad y país tiene un ángel patrón. Estos dos datos, junto con las numerosas menciones de ángeles en las escrituras, nos dan la pauta de que existen en grandes números.

Qué son los demonios

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Los demonios o ángeles caídos son los seres que en su libre albedrío decidieron rebelarse contra Dios. A través de esta decisión, se fijaron en el mal; ya no tienen posibilidad de arrepentimiento. Su líder es Satanás, el primer ángel caído.

A diferencia de los ángeles, que protegen a la humanidad física y espiritualmente, los demonios buscan apartarla de la verdad e impulsarla al pecado.

Tal como los ángeles, pueden asumir forma humana para concretar su principal objetivo: impedir la salvación.

En definitiva, mientras los ángeles buscan acercar a los creyentes de Dios, los demonios aspiran a separarlos de Él, incitándolos al pecado. En su imperfección, el creyente podrá caer en la tentación, pero, a diferencia de los demonios, también podrá arrepentirse.