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Horóscopo Secreto

Arcángel Gabriel, la fortaleza de Dios

San Gabriel es compartido por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Ha participado de eventos muy significativos en su distintivo rol de revelador.

Gabriel significa «fortaleza de Dios» y es el ángel de la revelación, porque Dios suele elegirlo para comunicar mensajes importantes.

El arcángel san Gabriel se invoca cuando se necesita aclarar confusiones, obtener sabiduría para tomar decisiones, confianza para actuar de acuerdo a tales decisiones, comunicarse de forma efectiva con otras personas y criar bien a los niños.

San Gabriel y su rol de revelador

Este arcángel se menciona por primera vez en la Biblia hebrea, pero luego fue adoptado por el islamismo y el cristianismo.

San Gabriel fue quien le dictó el Corán al fundador del islamismo, el profeta Mohamed:

¡Quién es el enemigo de Gabriel! Él transmite la revelación a mi corazón, por la voluntad de Dios

Baqarah, 2:97

Los musulmanes, judíos y cristianos creen que Gabriel transmitió las noticias de los nacimientos de tres figuras religiosas importantes: Isaac, Juan, el Bautista y Jesús. Por este motivo, los creyentes suelen asociar al arcángel san Gabriel con el nacimiento de bebés, la adopción y la crianza de niños.

De acuerdo al judaísmo, Gabriel instruye a los niños antes de nacer. También, en el cielo, Gabriel se sienta a la izquierda de Dios y participa del juicio final.

En el cristianismo, Gabriel fue quien le transmitió a María que era la elegida para convertirse en la madre de Jesús:

No temas, María; has encontrado el favor de Dios. Concebirás y darás a luz a su hijo, y deberás llamarlo Jesús. Será grande y llamado el Hijo del Altísimo.

Lucas, 1:30-31

Oración a san Gabriel

Oh, glorioso arcángel san Gabriel, llamado fortaleza de Dios, príncipe excelentísimo entre los espíritus angélicos, embajador del Altísimo, que mereciste ser escogido para anunciar a la Santísima Virgen la Encarnación de divino Verbo en sus purísimas entrañas: yo te suplico tengas a bien rogar a Dios por mí, miserable pecador, para que conociendo y adorando este inefable misterio, logre gozar el fruto de la divina redención en la gloria celestial.

Amén.